Indomable Conurbalia

La palabra del Fingidor,
en el aire báquico
de vicio suculento,
aroma de éter
rancio,
buscando, igual,
siempre buscando
el sujeto inmolado
en la recepción del mundo.

mientras un cardenal
consuela al mundo
por el principio corroído,
líquida la ficción
estanca
el día, frenado
en el viento
podrido
que vician las fábricas,
polvo
que junta en su mameluco
azul flúor esencia
que se erecta
por la multiplicidad del tránsito
y rumea y murmura
y se pierde en la cintura
de Luciana que hoy luce
un nuevo top
y a la mirada distrae
de la Gran Ilusión
carbo
hidratica,

harina enriquecida
dispuesta
a cautivar
la espera en el cuerpo
de la experiencia
soñada en el aleteo
profundo del pájaro
que ve, Conurbalia
verdadera
mente
ve
hasta que acaba y cae
en la inquietud del ojo

sin ver del otro lado.

En "La voz ciudadana" - LA IMPRESIÓN DE LOS MEDIOS EXTRANJEROS, por Carlos Craso

No hay nada mejor para un pueblo que tener una palabra confiable. La palabra le  permite representar las decisiones posibles que se le presenten al momento de actuar, de expresar una decisión, un sentimiento, al momento aquel en que se toma como verdad lo que intuimos. Por eso un pueblo necesita de un verdadero comunicador, todavía más, de El Periodista del Pueblo necesita. Es decir, no “el periodista del pueblo”, ese, de medio de comunicación, sino de un periodista que tenga sus fuentes en la cotidianidad de la realidad de su barrio, y la ponga en cuestión con la realidad que se escucha, que agita y ansía a la imagen acústica de la historia, que se debate a diario en las planas de los diarios, de la radio y de la televisión. Hasta que se cubre todo el espectro a través del cual se transmite el conocimiento, el espectro que da valor a aquello que transmite hasta capitalizarla: la imagen de un suceder presente, inmediato, que solapa muy bien los valores que representa, esa nada de cambio constante que desespera a cualquier esperanza y de los cuales se sirve económicamente. Es allí donde se para el “periodista” que dícese ser de “pueblo”, y habla desde las cuevas del Olimpo, y transmite la sospecha, la inocula en la belleza del mundo del pueblo. Instaura el conflicto de clases entre medias y bajas, en ese conflicto semántico que nos sumerge cada vez que hablamos de progreso. Esa es su principal astucia, el odio entre los semejantes.
Por su parte, el escritor que colabora con la oxigenación del pueblo, se coloca entre el orden de Colosus y la calle, en esos dos ámbitos, para cuestionar los nutrientes que absorbe nuestra idiosincrasia, nuestro pensamiento, y juega a la re-interpretación de la sociedad y apuesta a la comunidad. El hombre de medios construye una realidad, pero eso no es lo que hace el periodista del pueblo. Nada mejor que la palabra, para evitar que pase la magia negra de los medios hacia la intimidad del sueño, que desde lo alto planea pegar el salto. Esto no puede quedar en manos ajenas. Hablo de la construcción de nuestros sueños, de lo que pretendemos ser, de lo que intentaremos, lo que dejamos de ver como algo imposible -y en esto no quiero caer en estrategias estéticas ajenas.
En fin, desde acá sacamos nuestra voz. El pueblo, con su voto, le dió al supremo ejecutivo el poder de llevar a cabo la demanda de éste. Pero tampoco podemos dejar teñir por la maldad la interpretación de nuestra realidad. Que desde un diario español se emita el siguiente pensamiento, no puede dejar pasarlo El Periodista del Pueblo, nutrido de mil conocimientos cotidianos.
la política interna destructora de equilibrios institucionales (persecución a jueces, fiscales, banqueros centrales); del odio visceral a la prensa no genuflexa... Como Perón, el kirchnerismo dilapidó en el falseado altar de los descamisados una favorable coyuntura mundial, hambrienta de su trigo y su soja. Lloro (y gozo) por ti, Argentina.”
¿Qué es, esta mentira que los medios en España comunican? La cotidianidad de la nota amarilla supera toda postura que provenga de fuentes genuinas del conocimiento. Y esto el nuevo presidente de todos nosotros lo tiene que saber, si aspira a construir un país en el que sus habitantes puedan expandir sus sueños en el tiempo, en el futuro. El deber es no dejar que el enemigo nos defina y nos diga qué ocurrió. Como lo hizo el CEO del Grupo Clarín, arguyendo que el gobierno anterior arremetió contra la libertad de expresión. Y así logró, y de algún modo selló el primer round de este siglo: la vuelta neoliberal. Meses después fue laureado en la Freedom House, con un premio de plata por ejercer la libertad de expresión. Y allí dejó su discurso:
“Tenemos libertad de expresión cuando ejercemos la libertad de expresión. En la última década, la Argentina vivió un proyecto político que buscó perseguir la disidencia para concentrar el poder. Ese proyecto necesitaba silenciar las críticas y las denuncias, por eso trató a los medios como enemigos, buscó asfixiarlos y desacreditarlos. Le dijimos que no a la sumisión que se nos trató de imponer y enfrentamos un durísimo acoso económico y judicial. Pero el ejercicio de la libertad editorial fue más fuerte que cualquier ataque y cualquier aparato de propaganda […] que si queremos seguir siendo lo que somos, no debemos aceptar que se nos diga qué decir y cómo pensar. Ese es mi compromiso con la organización que represento, con lo que elegimos hacer y con la sociedad de la que somos parte”.
Pero en qué país se puede ejercer la libertad de expresión si hay un gobierno       que controla qué se dice y qué no. Un poco chato el argumento, cuando vivimos en el mundo de la información —que ellos quieren representar. Entonces, cualquiera sea la ideología del gobierno, los medios como palabra independiente, como palabra representante de la idiosincrasia Argentina querrán seguir marcando cómo se forma el ser de todos los tiempos de la historia: el tiempo presente del siglo XXI. Y eso el supremo ejecutivo lo que tiene que ver. No puede dejar llevarse por los aromas del poder concentrado, es decir, si quiere cumplir con la voluntad popular, con la democracia y las instituciones que hasta hoy nos rigen.
El pueblo que eligió al presidente debe ser el que le diga cómo se deben desarrollar las políticas que se lleven a delante y no los medios de comunicación que buscan sembrar miedo, que oscurece al pasado y somete al futuro a un vaivén efímero. Al que tiene que escuchar el presidente es al pueblo y no a los medios de comunicación, ya que este fue elegido de forma democrática y porque allí está el significado de lo que él representa. La historia continúa, no se repite, las estructuras, como todo signo, son mutables e inmutables.  
Por eso mismo, sigamos interpretando la lectura que se hace en España sobre la situación político-económica de Argentina. Una lectura errónea de lo acontecido y esta afirmación que hace el autor, o sea El Escritor del Pueblo, no tiene nada que ver con el fanatismo o el odio, sino que por el contrario, lo deduce de lo fáctico. 
“Su receta de proteccionismo, intervencionismo y redistribución interna de las rentas exteriores (la soja vendida como platino a China, los componentes industriales o el turismo a Brasil...) dio para lo que dio, la herencia actual. Pero ahora deberá afrontar una devaluación monetaria drástica (que finiquite el mercado negro) y un ajuste severo, frente a los subsidios falsamente sociales en energía, transporte o agricultura: sobornos corporativistas.”
En el mismo diario, otro periodista dice:
“En la anterior elección presidencial, en 2011, la señora de Kirchner había obtenido el 54% de los votos y superado por 37 puntos a quien la secundaba. Sólo por este desbalance fue posible su embestida autoritaria sobre la justicia y sobre la prensa. Desaparecida la amenaza de un rival competitivo, la presidenta no encontró otro límite que las reglas del sistema. Suele ocurrir con todos los caudillos.”
Lo que se hizo en Argentina, después del 2011, fue tender a una economía para el pueblo, aunque el debate en la esfera de la superestructura diga que haya crisis económica. En las calles se respira la posibilidad de acceder a bienes de consumo, se observa en los centros comerciales del Conurbano Bonaerense, estabilidad que hacía décadas no saboreábamos. Los comercios no paran de vender, hasta se enojan cuando un sábado a la tarde, previo al día del niño, día de la madre o del padre, se corta la luz y tienen que bajar las persianas a mano.
Además, si no comprendemos que las pequeñas y medianas empresas argentinas llegaron a tal nivel de producción que no les quedó caminó más que estimular el precio al alza. Argentina se encontraba en pésimas condiciones mundiales para acceder al crédito y ampliar la estructura productiva de las pymes. Es decir, hubo inflación pero mejoró el nivel de vida de la media poblacional, gracias a mejorar los niveles asimétricos de la distribución de la riqueza, inyectando dinero en la obra pública, estimulando la economía a través de la puja salarial, derecho que, finalmente, se adjudicó al trabajador, que formó identidad y no fue solamente una política para coaptar al voto.
Por este motivo, si argentina logra de forma gradual acceder al préstamo, los parques industriales pueden ampliar sus plataformas y continuar en el camino del crecimiento, hasta alcanzar una estabilidad que ya nada pueda quitarla, sino más bien que represente un derecho. Pero eso, Señor Periodista de los holdings mediáticos, fue gracias al cuidado de las políticas proteccionistas del mercado interno, del trabajo genuino y no de la inversión de capitales transnacionales.

Pero ahora iniciamos otra etapa del desarrollo económico, pero también cultural y social. El acceso al crédito internacional, el ingreso de divisas, que puede brindarnos la imagen de este partido neoliberal, que apuesta a la información, a las reglas claras, un gobiernos centrado en el cálculo, en el número (cómo utilizar esos números es la cuestión) para el desarrollo de la producción industrial nacional. Si esto es así, no es joda, ya no necesitamos del campo, de imponer una retención a la exportación, puede reducirse a cero en el trigo como el maíz, lo que podría ayudar a equilibrar los precios en el mercado interno, y permitir exportar por un dólar más alto. Este desfasaje puede ser contrarrestado con una balanza de capital que permita seguir sustituyendo importaciones. Como decía Mauricio Macri antes de cerrar su elección: “si se puede”, se puede si se quiere hacer continuar la historia, darle una nueva opción política a Argentina, y ampliar su democracia. Una pregunta oportuna, que debería hacerse el gobierno, ¿es momento de frenar el consumo que lleva a cabo la mayoría de la población a través de impuestos, devaluación o es necesario esperar un tiempo para que se amolde la estructura económica que se recuperó después de la Gran Crisis? Argentina, en lo que va del año soportó una devaluación muy fuerte, cerca de un 40%, que repercutió en todos los precios como nunca antes, que a julio de 2016 quiere pisar los 30. A su vez sufrió un aumento del desempleo en un 2%, y aun así toda la institución Democracia prevalece. Por ahora. En definitiva, la llamada “herencia”, será para el Gobierno actual, lo que le permitirá llevar a cabo su plan económico. 

Primera carta de Lectores a "La voz ciudadana"

El concepto de corrupción nos atravesó de tal manera que ahora solo vemos, en esa representación psicótica, de ojos maniáticos, perdidos por la persecución a la ilusión inexistente del metalito brillo, en la confesión a la autoridad, es verdad, era dinero de la política, no me pertenecía dijo el personaje maniatado hasta los dientes, la mandíbula apretada, mirando a ambos lados. Sirviéndose de una interpretación “instalada” en nuestro lenguaje corriente. La política se alimenta del dinero, aunque toda transacción tenga como intermediario al dinero. Pero la sensación que queda, finalmente, es la de que todo el aparato democrático, y en esto también se involucra y responsabiliza a los grupos empresariales, lo sostiene el dinero, el dinero para la política, una retroalimentación de sí mismo. La cuestión es cómo quedan las identidades, frente a este paradigma, cómo diferenciar a la identidad de la corrupción -como evitar el prejuicio se está vendiendo por dinero, ya que ese murmullo se cruza en nuestra expresión exterior-, es decir, por qué la identidad no podría reclamar dinero, medio que le permite a uno desarrollarse. Pero ese no es el dinero de la política, no es el dinero que utilizamos para ir a la verdulería, hacer un viaje, o todavía no llega a la suma de la que podemos disponer para comprarnos una casa o un vehículo. El mundo está lleno de mercenarios, hay comunicadores mercenarios, empresarios mercenarios, políticos mercenarios. ¿Y si empezamos a pensar en una democracia más participativa, con mayor preponderancia ciudadana, y si debatimos en la comunidad nuestros problemas, y si elevamos distintas voces comunitarias, y si somos nosotros los que construimos este país y no los mercenarios que nos separan y no dejan que explotemos nuestras capacidades humanas?
En definitiva, y sin tanta cháchara, concluyo que la democracia sigue siendo un depósito vacío, al que debemos llenar de significaciones. Para que la política no termine siendo esa imagen que reflejan los medios, esa vieja imagen maniática y obsesionada por el dinero.

Imagen de Conurbalia

El corredor apunta el pedido
apura el paso y desde el estribo
se suma al recorrido
de los camioneros, que aún
evitan que las agujas corran al día.

Desde "La voz ciudadana" - Editorial

Libertad. Colosus pide que se escriba sobre la libertad. Necesita datos para sus cálculos racionales. Pero en estos tiempos de la historia del hombre, ¿cómo es la libertad? Colosus necesita una aproximación: cómo, y no qué.
El hombre parece embalsamarse, a sí mismo, en el camino posmoderno de la civilización, en el progreso individual que proponen las grandes naciones, pero a su vez la misma máquina tecnológica que reproduce repele el proceso, al generar un mundo global, transgrediendo las fronteras de forma virtual, conectando el territorio con líneas aéreas, pero aun así, cómo saber hoy cuán libres somos, cuán soberanos somos en el cuerpo y en el territorio. Colosus se lo pregunta al pensamiento, y desde allí elabora sus tendencias numéricas, busca establecer donde está el valor, desde dónde se podrá extraer capital. Entonces, ¿dónde se manifiesta la libertad? ¿En el habla, en la personalidad, en la postulación de un nuevo discurso, que empieza a hacer eco entre los habitantes de un territorio, o en el caso particular, entre los seres que en el tiempo nos van reconociendo en nuestras decisiones cotidianas, en nuestras posibilidades de realización, o en ambos ámbitos? Hacia esas cuestiones quiere Colosus que nos aproximemos, pero cómo, hasta ahora no creo responder nada, sino más estableciendo posibilidades de un cuestionamiento que hago con el propio conocimiento, en un presente real, de este tiempo de la vida y de la escritura, que nos apabulla en la indeterminación de una existencia dispuesta liberarse.
Para esto, recurriremos a otras lecturas, otros sentidos, propios de nadie en particular, sino que se presentan allí afuera y que los tomamos para construirnos en una vida, en una forma de vida, y con el cual podemos salir de la ansiedad de la duda en la que nos sumerge la realidad económica de nuestros días y de nuestra historia, la duda existencial de creer posible un sueño que se constituya en libertad, con certezas, con expectativas, pero también sabiendo de lo incierto, de la imposibilidad de las posibilidades y que a pesar de constituirnos entre la heterogeneidad seguimos siendo uno.
Lecturas que se presenten al presente de la escritura: lecturas en la memoria, lecturas del pensamiento de la escritura. Sí, escritura y memoria, y por tanto experiencia de la escritura y de la memoria en este presente de Conurbalia, en este lugar perdido y común. Sin ser novedad, acá no hay novedad. Pero igual, de todas formas, Colusus reclama, necesita modelar la imagen que perturbará las mandíbulas transeúntes.
De ese límite sobre el que caminamos, como sobre una cornisa, surge la libertad de cómo entender el suceder y de cómo finalmente expresar la voz de la creación para (¿generar?) una nueva interpretación, no, en verdad, sólo porque el vivir demanda una interpretación, la cual exige una libertad para ser expresada, la necesidad de simbolizar un suceder.  El capitalismo se convirtió en un termómetro lingüístico, convirtió la animalia diacrónica de la lengua en su pulso de cambio, para moldear a las generaciones, pero ahora según su atmósfera gustativa. 
La libertad es el principal componente de la formación de identidad. Es la que nos permite en definitiva saber quién somos y cómo queremos seguir siendo. Ser o no ser en este presente utópico, es la duda que corroe a Colosus, a las naciones del mundo, que no saben porque sus ciudadanos no quieren seguir bajo los dictámenes económicos del crecimiento económico, sino que más bien, se preocupan, cada vez más, por vivir mejor-un vivir sabiendo que la acción tiene un fin, vivir, y que no es simplemente otro día más que transcurre de la vida-, buscando recuperar del pasado la idea de construcción de comunidad y de reconocimiento ciudadano. Hacia allá marchamos, hacia una acción política, que mantenga conectada a la comunidad en la busca de su propio desarrollo, convencidos de que si salimos a las calles a reconocernos como iguales, pero con nuestras intuiciones particulares, podemos seguir incentivados en la creencia de que nuestra libertad de pensamiento es realizable. El hecho de que esta escritura se plasme ya es un hecho de libertad.  
Quedarse en el límite en el que se conjuga la libertad, entre la memoria y la escritura, ahí el momento preciso de saber si al final somos verdaderamente libres, o si somos condicionados por las palabras y por los significados que tocan de costado al sentido inflado por el tiempo, y que desvían la intención de lo que luego deviene en escritura y memoria y que nuevamente se hace escritura y así, representación, que seguro decante siempre, como todo signo, en una nueva interpretación del presente de una vida que pretende expresarse en la escritura. Siempre en la lucha que persiste entre el sentido y ese nuevo cuestionamiento para encontrar la falla o el estadio alcanzado y que sobre ello hay que volver para progresar. La libertad, entonces, no es algo que se elige, sino algo que nos pertenece y a la cual nos vemos obligados a construirla.
La libertad en el siglo XIX y el siglo XX se transmitió como manifiesto. De Marx a Breton, siempre en el límite entre el cuerpo y la palabra, hasta ahí. Experiencia que sí padeció en el cuerpo el movimiento anarquista, obrero y popular en los distintos países del mundo, algunos con más identidad y poder que otros. Pero no es tiempo de hacer filosofía de la historia, o una reconstrucción de ese pasado reinterpretado, sino más bien aproximarnos a un presente, a anudarle palabras y sentido a aquello que late inerte, y que siempre nos mantiene a fuera de lo real.
En estos tiempos, el cuerpo es producto de la civilización que erige el hombre. Los países y los cuerpos que sufrieron la dominación de los países con mayor desarrollo económico, científico y tecnológico, se encuentran siempre entre la espada y la pared. Entre la identidad, la cultura y las relaciones con el mundo. La cuestión clásica, proteccionismo o librecambio. Relacionarse con estos o buscar un desarrollo económico nacional y a su vez regional. Entonces, esa es la cuestión de la libertad, también, saber si la apuesta por lo nacional también nos obliga a un estancamiento o apostar a la integración a un mundo global, tecnológico y librecambista.
La cuestión, por último, es cómo nos relacionamos con aquellos que en el pasado solo nos llevaron a la crisis o nos trataron como si no hubiera un pueblo, una cultura, una comunidad a la cual había que modificar su estructura productiva y su carácter social para poder insertarla bajo las normas que requiere una sociedad moderna. Conformar una estructura legal que ampare al dueño del capital y así que los ciudadanos pierdan soberanía sobre los recursos necesarios para subsistir, entregados para que otros los exploten o administren. Entonces, cómo generar lazos globales sin perder soberanía, sin perder libertad sobre la identidad que sobrellevamos como argentinos.  

Es aquí donde más fuerte se impone el desafío de generar una voz, un discurso, una relación de identidad en el suceder presente de nuestra comunidad conectada con las leyes de la sociedad global. Es nuestro desafío, estar despiertos a preguntarnos como pretendemos significar la vida. 

El Fingidor Injusto

El árbol despluma sangre
en una realidad suburbana, acre,
contaminada por la palabra ajena,
la palabra del Fingidor Injusto,
y otra palabra, esta palabra
hace eco de la masacre
que comete a diario en los diarios
y en los balcanes televisivos.

Después supuse que era poesía,
una sensación en el estómago,
me dije.

Tu sombra, John Strand


Tenés tu sombra.
Los lugares donde estuviste te la han devuelto.
Los pasillos y los jardines desnudos del orfanato te la han devuelto.
La Casa de los Canillitas te la ha devuelto.
Las calles de New York te la han devuelto y también las de Montreal.
Las habitaciones en Belém donde los lagartos atrapan mosquitos te la han devuelto.
Las calles oscuras de Manaos y las húmedas calles de Río te la han devuelto.
La ciudad de México, donde quisiste dejarla, te la ha devuelto.
Y Halifax, donde el puerto se lavaría de vos las manos, te la ha devuelto.
Tenés tu sombra.
Cuando viajabas, la blanca estela de tu andar sumergía tu sombra,
pero cuando llegabas estaba ahí para recibirte. Tenías tu sombra.
Los umbrales que cruzabas elevaban tu sombra y cuando salías
te la devolvían. Tenías tu sombra.
Aun cuando olvidabas tu sombra, la reencontrabas; había estado con vos.
Cierta vez en el campo la sombra de un árbol cubrió tu sombra y no fuiste reconocido.
Cierta vez en el campo creíste que tu sombra era la sombra de otro. Tu sombra nada dijo.
Tus ropas llevaban dentro tu sombra; cuando te las sacabas,se desparramaba como la oscuridad de tu pasado.
Y tus palabras que flotan como hojas en un aire que está perdido, en un lugar que nadie conoce, te devolvieron tu sombra.
Tus amigos te devolvieron tu sombra.
Tus enemigos te devolvieron tu sombra. Decían que era pesada y cubriría tu tumba.
Cuando moriste tu sombra durmió en la boca del horno crematorio y comió brasas en vez de pan.
Se regocijó entre las ruinas.
Observó mientras los otros dormían.
Brilló como cristal entre las tumbas.
Se recompuso a sí misma como aire.
Quería ser como nieve sobre el agua.
Quería ser nada, pero esto no era posible.
Vino a mi casa.
Se sentó sobre mis hombros.
Tu sombra es tuya. Se lo dije. Le dije que era tuya.
La he llevado conmigo demasiado tiempo. La devuelvo.

La inmensa vaca

Fue ese momento
que vimos bajar de la combi
a los buitres envueltos
en panes de paja
y los pateaban
para descuartizar a la inmensa vaca
enferma,
que empieza a escapar


y nosotros ahí, en campo de tierra.