Deja de meditar tanto tus palabras
que tu boca está poseída por el destino
Así fue que aquel que es nadie
se enredó entre las raíces de una mujer.
Y percibió, ante el amanecer de la vida
que su sueño jugaba en la muerte.
Deja de meditar tanto tus palabras
que tu boca está poseída por el destino
Así fue que aquel que es nadie
se enredó entre las raíces de una mujer.
Y percibió, ante el amanecer de la vida
que su sueño jugaba en la muerte.