Despierto siendo el otro

Despierto siendo el otro, transformado,

no en insecto sino en un ser solitario.

Mi mirada lo dice, el silencio a mi alrededor

lo dice: las señales eran ciertas, por momentos

creí fingir pero al fin tanto el fastidio como

el dolor eran reales. No hay dioses ni ídolos

en el mundo fantasma, solo está uno, abierto,

sobrecogedor, como una herida de sable.

El proceso es paulatino, hasta que un día uno

ya es ese otro que respiraba entre los pliegues,

susurrándonos que las apariencias son sólo eso,

que la verdadera historia emergerá sobre el final,

indudable y rotunda como Medea y su destino.


César Bandín Ron,

del libro ¡Oh, Yo, mi efímero Dios!

La corriente se aquieta

Cauce de agua que el tiempo dibuja.
Ojo que graba los ritmos de este río.
El amor y la pesadez que sus aguas
cargan, aquietan la corriente.

(Al horizonte el cauce cae, como todo.
Como en un sueño el deseo se aleja
y nuestro amor desespera)

En este momento incierto
un murmullo me persigue.
Inverosímiles, los espíritus
vuelan alrededor de la muerte.

(Se llevan mi alma, la voz de mis sueños)

Ahora, vacío, sigo el cauce.
Los deseos susurran,
y junto a la muerte desvanecen.
Mi marcha ya no se distrae.


El tiempo nos sumerge en las aguas,
nos trasmigra a otro río,
donde todo se une
donde la corriente se aquieta.