Despierto siendo el otro

Despierto siendo el otro, transformado,

no en insecto sino en un ser solitario.

Mi mirada lo dice, el silencio a mi alrededor

lo dice: las señales eran ciertas, por momentos

creí fingir pero al fin tanto el fastidio como

el dolor eran reales. No hay dioses ni ídolos

en el mundo fantasma, solo está uno, abierto,

sobrecogedor, como una herida de sable.

El proceso es paulatino, hasta que un día uno

ya es ese otro que respiraba entre los pliegues,

susurrándonos que las apariencias son sólo eso,

que la verdadera historia emergerá sobre el final,

indudable y rotunda como Medea y su destino.


César Bandín Ron,

del libro ¡Oh, Yo, mi efímero Dios!

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