Tengo una demencia sana.
Me levanto a atender una llamada
y sigo hablando de los sueños.
Hay que cortar la carne, acá, en Lanús,
sacarle fotos a los distintos trozos.
Las palabras me confunden, la vigilia
me hace pedirle disculpas al que está del otro lado.
Estaba durmiendo soñando.
Estoy loco, perdón.
Ya no me podía permitir ese delirio, y
necesitaba un cable, para
salir de la profundidad de las aguas turbias.
La vigilia continúa, hasta
que el pensamiento se despierta.
Yo voy a seguir hablando de sueños.
En la vida, ando buscándolos.