Cordobazo: 40 años.

En mayo de 1969, hombres, mujeres, trabajadores, estudiantes, decidieron unirse para enfrentar a la cúpula militar, encabezada por Juan Carlos Onganía.

Durante todo ese mes se dieron una seguidilla de protestas: repudiaban las políticas económicas.

El Ministro de Economía Krieger Vasena, con intensiones de reducir la inflación, mejorar el tipo de cambio y la tasa de crecimiento del PBI, optó por subir la tasa de interés internacional, con lo que atrajo a los capitales extranjeros. Con esto se hacía difícil el crecimiento de la producción nacional, haciendo más costosas las inversiones por las altas tasas de interés.

Otra de las medidas impuestas fue derogar el sábado inglés, del que eran partícipes los metalúrgicos de las provincias de Córdoba, Tucumán, Mendoza y San Juan. También se recortaron convenios colectivos y se congelaron salarios.

Los trabajadores pasaron a tener menos poder a la hora de pedir mejoras salariales.

La "bronca" en la muchedumbre no se hizo esperar, los gremios decrearon paro nacional para el 15 y 16 de mayo. La convocatoria llegó a cientos de personas, notando el fuerte apoyo a los obreros y el gran descontento hacia el gobierno. Con la magnitud de la protesta obrera, el estudiantado se adhirió a la causa sumando sus quejas.

El 16 de mayo, el régimen vislumbró los alcances de este movimiento en masa y no supo más que recurrir a la violencia física con intenciones de demostrar apoyo a la ley, a la defensa de la libertad y de los ciudadanos. Una de las atribuciones que tienen los Estados para controlar los desórdenes en la sociedad.

La poca tolerancia del Estado Autoritario puso las cosas en su lugar. Así, aparece el primer muerto en Corrientes, un estudiante llamado Juan José Cabral.

El 18 de mayo, las noticias dan a conocer la muerte de otro estudiante de Rosario. Según las autoridades era una de las ciudades más subversivas, por eso se la declaró bajo jurisdicción militar y zona de emergencia.

El 26 de mayo el movimiento obrero de Córdoba intensificó su acción Los sindicatos (SMATA, la UTA, Luz y Fuerza, etc.) convocaron a un paro de 37 horas, hasta el 29 de Mayo.

Ese día amaneció tenso, un ataque con bombas de gases a los trabajadores del sindicato Luz y Fuerza fue lo primero en sonar. Los militares ponen a disposición las Fuerzas Armadas para reprimir y contrarrestar el avance de los manifestantes.

La muerte del obrero metalúrgico Máximo Mena, es lo que enciende el verdadero estadillo popular. Todo el movimiento obrero y el estudiantado luchan juntos contra la injusticia, luchan contra la clase dominante. El pueblo desbordado por los atropellos cansado de tantas prohibiciones, se une, trabajando en forma colectiva.

Los medios de comunicación discrepaban con lo que acontecía, tenían una visión un tanto más ortodoxa. Opinaban que los conflictos devenían del débil control de la autoridad en el interior del país y pensaban que estaba en avance el comunismo internacional.

Las noticias dieron a conocer, que la falla estuvo en no haber desmantelado la capacidad de organización de los sindicatos y que se necesitaba de mayor dureza a la hora de reprimir los desbordes sociales.

La fuerza del movimiento provocó varias renuncias en el Estado Burocrático Autoritario. Una de sus primeras bajas importantes fue del Ministro de Economía, Krieger Vasena y el Ministro del Interior, el general Imaz.

En 1970 el hecho terminó por debilitar definitivamente a lo que se denominó Revolución argentina: fue el secuestro y asesinato de Eugenio Aramburu, por parte de Montoneros.

El Cordobazo dejó decenas de muertos y miles de heridos. Este hecho dejó marcado en la historia la dignidad y la valentía del ciudadano argentino.

Con el correr de los años, de los distintos gobernantes que siguieron el modelo neoliberal generaron tanto terror a través del uso de la violencia de Estado, haciendo desaparecer personas. Lograron que el culpable sea el que piensa. El saldo de seguir aplicando este paradigma: familias en la quiebra, en la pobreza, en el desamparo. En los medios actuales podemos ver las consecuencias que dejaron esas ideas, mostrando a cualquiera de nosotros como el culpable de lo que acontece.

Se generó así un ambiente en el que no nos atrevemos a dar un paso hacia adelante por temor a caernos y que realmente duela. Desde la última dictadura, nuestra familia, trata de hacernos entender que no tenemos que observar lo que pasa a nuestro alrededor, que no nos conviene implicarnos en “cosas raras”.

No hace falta ya reprimir de esa manera explícita con violencia, o tal vez sí. La violencia también proviene desde la comunicación: los medios televisivos e Internet. Nos tratan como tontos, como imbéciles, queriendo engañarnos con artimañas para que no lo notemos y, sin embargo, están a la vista. Ese aparato tan querido por muchos, por Homero inclusive, más tantos otros que desarrolla el avance tecnológico nos hace decir lo que quiere que digamos.

El miedo a perder nuestro trabajo, a que nos roben, a que asesinen un ser querido nos hace despotricar contra los que menos tienen, despotricar contra el que cobra el plan trabajar o contra el que corta el tránsito porque reclama un lugar digno donde vivir, pero no contra los que nos manosean, no contra las ideas del modelo.

Quieren que trabajemos para que paguemos impuestos y demostrar que somos gran país, que cumple con sus deudas internacionales. Hacernos creer que somos patrióticos, transformando esa patria en poder para unos pocos. Que paguemos impuestos, para seguir pidiendo préstamos, para tan sólo generar más interés y más deuda. Quieren que gastemos sin preguntar porque nos hacen gastar.

Somos manoseados como máquinas más que como humanos, nos acomodan las piezas a como se les plazca; pretenden menos amor, menos sentimientos. Sólo necesitan de más ganancia.

siesta de una hora y media

Me encontraba en la cama imaginando, o creyendo que imaginaba. Aparecían en la sombra figuras extrañas que mostraban diversión y, a la vez, me intrincaban. Pensaba que no eran ciertas, que mi cerebro las estaba confundiendo con otro objeto en la habitación; que era producto de la imaginación al verlas moverse. Estaba errado….al darme vuelta, siento que me alcanza, una de éstas.

Al tiempo siento ruidos y uno de estos objetos se coloca sobre mi pecho.Mi cuerpo sin dar movimiento alguno, apareció sobre una tela blanca, la cama llena de tierra, y mi cerebro sin percatar el episodio.

Este objeto con vida, que lo avasallaba una luz rotunda, tenía el aspecto de un gusano de color verde y amarillo.Empezó a relatar argumentos, pero cuando éste hablaba me sentía mareado, lo que ya no recuerdo o tal vez no fui capaz de asimilarlas, sólo su lugar de proveniencia pude entender, la tierra dijo. A la vez me sentí como amenazado, así que no pude vacilar palabra alguna y cooperé. Obedecí sin saber por qué.

Desaparece esa dispersión en mi visión notando que, esta animación ya no estaba, pero mi cerebro pensaba en que podía pasar, desparramando tensión, nervios e intranquilidad. Me sentía condicionado.

Traté de calmarme, buscando convencerme de que no era real, y todo había sido un sueño.

A continuación vuelvo a ser sometido, esta vez por un objeto pequeño de color rojo y líneas azules, no más de dos o tres.

Sentí demasiada desesperación, el miedo reinaba en mí, con lo que sólo recurrí a dar un gran tranco desde la cama para poder alejarme. Corrí hacia la puerta, donde logré ver que era un pequeño auto con una pantalla diminuta lo que me acosaba. Al llegar a la salida de la habitación frené de golpe tratando de engañarlo. Abrí la puerta, y esperé escondido detrás de ésta.

Este al girar en 180 grados pudo focalizarme, así que retrocedió. Se acercó al lugar, donde me encontraba paralizado practimente, con lo cual me rendí; pude recuperar mi vitalidad y me mejoró mi respiración. Me decía que me tranquilice, que no corra. Traté de convencerme así que hice una pausa, y escuché sus plegarias. Nuevamente comienzo a sentirme mareado, en un estado donde se desune la imagen y las palabras se mezclan, así que tampoco logré entenderlas, pero no me quedaba otro camino, que asimilarlas, y ayudar a este objeto que tenía vida o eso parecí sentir.

Luego deserté, y fui a trabajar.

A veces aceptamos formas de vida, pensamientos, objetos y sin saber por que, o sin tener una justificación de si ese sentir es verdadero.