Étienne de la Boétie nació en Francia, en
una de esas pocas familias que corrían un buen pasar. Proveniente de una familia que tenía contactos
cercanos con la monarquía, con los reyes y con esas familias que daban trabajo
al pueblo con el fin de que su riqueza se siga ampliando.
El hambre, las condiciones de trabajo
deplorable, el yugo al que sometía el rey a los hombres de esa Francia,
sensibilizaron la palabra de este muchacho que, con tan sólo 18 años, se animó
a tomar la pluma y redactar uno de los ensayos más antiguos en el que se habla
de la libertad que le pertenece al hombre. Faltaban más de 200 años para que
llegue la revolución francesa o el contrato social, cuando La Boétie comenzó a
iluminar el camino para que los hombres salgan del yugo del Rey.
Su Discurso
de la servidumbre voluntaria o el Contra uno, se ocupó de deslindar todos
las herramientas que utilizaba un tirano para que el hombre se olvide de su
derecho a la libertad. Allí explica que el Rey cuenta con esa creencia casi
religiosa, de que es él la representación de Dios logra someter al hombre a las
leyes y a la forma de organización que Él empleara.
En su ensayo intercala distintos procesos
históricos de la Europa antigua para demostrar los distintos mecanismos de
sometimiento, todo las distracciones dispuestas a borrar del hombre la palabra
libertad y, así, lograr un esclavo que no reaccione contra el orden establecido.
El rey controló a los esclavos con un
sueldo, que luego iba a ser utilizado para pagar impuestos al fisco. Pero eso
no alcanzaba para mucho. Otros, algo más afortunados, se aferraban a esa
posición y buscaban sostenerla, halagando al rey. Todos eran pagos por el rey,
desde educadores hasta sirvientes y agricultores.
En las instituciones educativas se
enseñaban la forma monárquica de organización. La Boétie creía que para
liberarse del yugo era suficiente quitarle el apoyo al rey y así evitar la
esclavitud política. Sacarlo de su coloso tan sólo dejando de creer en él.
Su amigo, Michel de Montaigne, se lo
considera el creador del género literario denominado ensayo. De allí sacó la
técnica para escribir su Discurso.
Compartían el gusto por los escritores clásicos y por las ideas anarquistas.
Después de que La Boétie murió, Montaigne
se ocupó de publicar el texto en 1576, por lo que se pudo conocer todo su
pensamiento de la libertad, un sentimiento de independencia que depende de uno
y de todos. Un anarquista que creía en una forma de organización sin
sometimiento, que se adelantó a las teorías de estado, de organización política
como al contrato social de Jean Jacques Rousseau.
No sólo eso, también fue uno de los precursores de las ideas
anarquistas. La comprensión que alcanzó este joven se plasmó en su texto sobre
la tiranía y la esclavitud.