Las hojas de este mundo ya no vuelan,
su tiempo, está custodiado por un sueño.
Ni los vientos de las lluvias las agitan,
eso parecen querer decirnos,
aunque las nubes no esclarecen el Cielo.
Las hojas son la suave piel del árbol.
El frío, el calor, la nieve, no las curte.
El tiempo no les permite esa sensación
de volar, que el recuerdo trae.
Hay árboles que prefieren sentirlo todo,
huelen el romance que camina por las mañanas,
siguen de ronda hasta la noche,
hasta
y desnude las Estrellas de otro tiempo paralelo.
Es el despertar de
Cosas de los que deciden irse a ese otro mundo.
Así fue, que lo descubrí en el nervio del tiempo
y del sueño que me crispaba, ese sueño,
es la revelación, que me sentó en una plaza.
La lluvia me empapaba de pasión,
los relámpagos iluminaban mi conciencia,
el agua desvanecía mis pensamientos, y un rayo
partía en dos el paisaje, creando dos mundos.
Al descubrirme, salté al lado oscuro,
¡Ahí, donde nacen las aguas
y el silencio!