Sabrán los periodistas de la Tribuna de Doctrina, qué es el otro, pensarán que le están hablando a ellos, representantes del capital, representantes de un modelo de nación que cree en la naturaleza humana para lograr lo que sea a pesar de las adversidades, de los sufrimientos que debe padecer Uno para alcanzar lo que anhela; periodistas que creen en la fuerza del individuo sometido a la eterna forma que intentan fijar instituciones republicanas, que no creen en lo político, porque sólo las formas las debe alterar el mercado, pero para propulsarse, para aflojar la espera con el placer porque todavía no vemos nada, porque sentimos que no somos nada, porque nos apura la imagen, todavía, porque hay que luchar por lo que queremos, todavía, cuando deberíamos sentir que nadie puede sacarnos de la mano la vida y que estamos viviendo el sueño. Sabrá esta gente que es el otro, o todavía piensan que el otro son ellos: fomentadores de la envidia y del egoísmo.
El otro está inmediatamente al lado nuestro, el otro es el transeúnte de los días, fundidor de sueños. El otro es yo, decía un poeta francés, después de haber enajenado al hombre.
Se podrá percibir que el otro, con su demanda individual, encadenada a la de los otros, pueda lograr una representación que no se encierre en una persona que aparece en la imagen de las pantallas, sino más bien en una idea, en forma de bola que se va agrandando a medida que desciende de la montaña hasta desplegarse en la tierra y en la diversidad ser Uno. Sí, podemos percibirlo. Hagamos un esfuerzo y sigamos siendo uno en la diferencia.