Uno en la diferencia

Sabrán los periodistas de la Tribuna de Doctrina, qué es el otro, pensarán que le están hablando a ellos, representantes del capital, representantes de un modelo de nación que cree en la naturaleza humana para lograr lo que sea a pesar de las adversidades, de los sufrimientos que debe padecer Uno para alcanzar lo que anhela; periodistas que creen en la fuerza del individuo sometido a la eterna forma que intentan fijar instituciones republicanas, que no creen en lo político, porque sólo las formas las debe alterar el mercado, pero para propulsarse, para aflojar la espera con el placer porque todavía no vemos nada, porque sentimos que no somos nada, porque nos apura la imagen, todavía, porque hay que luchar por lo que queremos, todavía, cuando deberíamos sentir que nadie puede sacarnos de la mano la vida y que estamos viviendo el sueño. Sabrá esta gente que es el otro, o todavía piensan que el otro son ellos: fomentadores de la envidia y del egoísmo.
El otro está inmediatamente al lado nuestro, el otro es el transeúnte de los días, fundidor de sueños. El otro es yo, decía un poeta francés, después de haber enajenado al hombre.
Se podrá percibir que el otro, con su demanda individual, encadenada a la de los otros, pueda lograr una representación que no se encierre en una persona que aparece en la imagen de las pantallas, sino más bien en una idea, en forma de bola que se va agrandando a medida que desciende de la montaña hasta desplegarse en la tierra y en la diversidad ser Uno. Sí, podemos percibirlo. Hagamos un esfuerzo y sigamos siendo uno en la diferencia.   

Lo que se dirime

"A ver si prestás atención. Estas 100 hectáreas son mías, esta vaquillona es mía, mía, mía. Pero la fuerza animal de los toros es ajena, pero necesaria. Estas mil toneladas que se alojan en la silo bolsa son mías, mías, mías. Los dólares son míos. La civilización es mía, la barbarie ajena. La retórica intrusa es mía, la ambición del poder también es mío, yo fomento lo representación personalista, que anda con mil ojos viendo si el que descansa a su lado no lo está apuñalando..."
Eso es lo que está en juego. La vuelta a una cultura individualista, de shopping, atemorizados por la pobreza que lleva el otro en el cuerpo, atemorizados por la diferencia o buscamos una cultura de amor, sin envidia, una cultura en la que cada persona que la constituye sepa que es en tanto y en cuanto haya otro que lo acompañe, una sociedad como un circuito infinito de relaciones y no como seres aislados, creyendo que los sueños tienen sentido si hay un otro que nos empuja, que nos alienta consciente e inconscientemente, porque hasta los anónimos que nos cruzamos en el camino son parte nuestra. De la mano evitamos ese pasado, de la mano curamos nuestras penas y de la mano emprendemos nuevamente la marcha.

La Reforma de la liberación

El pueblo tiene que seguir en el poder hablando así. Reformando el orden, ante caras pálidas, mudas, que se sienten culpables, pero dicen que no, que ellos no tienen nada que ver.
Ojo al piojo y sigamos bailando en una pata. Sigamos dislocando al sentido, ante que se estanque en la concentración de la riqueza. Que la imagen no acabe con nuestra interpretación, sino que la palabra siga aflorando en mil poemas. Que caminen por las paredes de nuestra ciudad los sueños, que desp...ierte de una buena vez y sepa, que su historia estuvo atada al lazo bobo de la interrupción democrática, económica, social, interrupción a la conciencia que despliega artimañas para llegar a ser lo que imagina, pero que ahora ve, al mundo, dentro de sí, pero oscuro, negado, por la perversión del ser que lo único que quiere es PODER. No, retórica de chusmerio es la que propagan los Lucas MCKEIN de los multimedios. El pueblo argentino es popular, diverso, no puede seguir anodado por una historia del siglo veinte a la que siempre se le cortó las alas. Anodado por la varita de una palabra maliciosa que siempre ha querido corregir la naturaleza argentina hacia el destino de un modelo de nación dibujado por un artífice. Y que hoy se apuñala la boca porque su palabra no pudo torcer el rumbo de lo que la mayoría pretende. Asco, grito, y que reinen las voces de las mil naciones.