No escaparé de mis fracasos, mis pasos no
se detendrán. El error no será miedo, sino que impulso y mi lapis, mi sí mismo, escribirá a donde
vaya su destino.
El conocimiento estará en las nubes que
pasan, en el agua que avanza, en los hombres que dejaron su espíritu…se
encontrarán nuevos héroes. Estamos frente al inicio de un siglo y nos depara un
entusiasmo infinito, la construcción ambivalente de esta mente autónoma o
mecánica. O ¿por qué no las dos?
Que no nos acechen viejas corrientes, y
expresemos el espíritu de la época. Adornemos de nuevos sentidos las verdades,
aunque todas sean una reformulación desde los presocráticos hasta hoy. En
definitiva, son las corrientes ficticias las que terminan pululando la histeria
de las apariencias, son las corrientes ficticias las culpables de que hoy se
proyecte la palabra que ayer sucedió, son las corrientes ficticias las que se
ponen al servicio del mal. Nietzsche ha sido puesto al servicio del mal. Y los
yanquis propagaron Hitlers por América Latina y diversificaron la economía. La
información nos globalizó y nos dejamos de ver a nosotros mismos para aprender.
Catapultada la época bajo un adjetivo la historia no dejará de repetirse. El
periodismo ficciona la realidad. Son los mismos medios los que adjetivan los
hechos y no los cuentan tal como son. Son los medios los que colocan la muerte
en cada esquina y es el hombre el que lo ficciona. Se refieren a los hechos de
forma lineal. Hay que salir de la pobreza. Hay que dejar de consumir, cuanto
más necesito más pobre soy, cuanto menos necesito más rico.
Nuestra verdad es una ilusión, nuestro miedo es una ilusión, nuestra
locura es una ilusión, el impulso viciado es un impulso vacío, vacío y viciado
hoy es el impulso. Las metas se esfuman constantemente, estamos en la búsqueda
de una inmensa meta. Somos los mentores de una ilusión. Y si eso se da para
entablar una relación mejor con la vida, también será para buscar bienestar. La
obra puesta al pie del cañón para disparar nuevos sentidos al planeta. El sueño
se debe proyectar sin retribuciones, consolidando un sentido, un significado al
actuar con mis palabras. Una seguridad que me diga que no habrá una verdad, y
que yo, sin que engañe a mi inconsciente, descifre la voz de mi voluntad, en
armonía con el paso de estas nubes.
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