el momento

Podría usar un poco la imaginación para pensar algo. Tengo la convicción, la esperanza, de que esto va a ocurrir. Cuándo, cómo, con qué, son preguntas que responderé más a delante, por ahora no me apresuro. Pensar en eso podría ser desbastador, una batahola de ataque mental. Sólo escribo para liberarme, para descubrir caminos o formas inventadas por mi yo para entender mi pensamiento, para eso escribo. Es que si pienso me reencuentro con las palabras, a las que siento como sostén de este mundo. Digo que siento, porque de ninguna manera me gustaría perturbar a nadie –la experiencia más conocida es la mía misma –, ya hay bastantes artilugios para alienar personas. Esa no es mi tarea, ni tampoco quisiera que lo sea. Y hablando de esto, creo que mi inconsciente es una rémora al que se le pegan todas esas cosas sueltas que andan en el aire y parecen querer regalarme algo cuando en realidad se me están ofreciendo todas a la vez sin lograr decidir a quién observar primero. Hasta a veces siento, que soy compulsivo cuando, en de hecho, son esos artefactos los que me generan ansiedad, que el rumbo no me lo cambie ninguna de esas otras cosas: todos los símbolos repetitivos, esas canciones de autoayuda provenientes de la escuela de Ari Paluch, etcétera y demás etcéteras. Podría nombrar unas cuantas cosas. Pero ahora estoy cansado, y tampoco veo por qué a esto le tenga que dar un final y dejarlo decoroso. Eso fue lo que pasó al momento de ponerme a escribir. Podría seguir, lo sé, pero a la vuelta de la esquina están pasando cosas. No es por ansiedad, es sólo por querer vivir. Chau.

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