La poesía exhala cantos
de un vicio manipulado
que provoca
sueños trabados
por el salvajismo
de unos ojos que aúllan
un sueño claro.
La historia maniatada
por un fantasma vigilante
no permite atravesarla.
La poesía navega
en los pozos oscuros
que una pecera
no trasluce.
Perdida el sueño
inicia aleatoria,
una voz apagada
suena en un cuarto compacto:
exhala recuerdos,
deambula con el recuerdo
soñado entre sus manos,
y sus pasos errantes de caos
aun sostienen en sus días
la bandera que flamea,
por el viento que exhala
la poesía que trae cielos azules,
corazones descalzos
y fastidios meditativos,
contenidos en la pupila del ojo.
Un recuerdo de infancia
exhala vigilia
sobre el polvo oscuro
que a la ciudad maquilla
en una noche deformada.
El solitario perdido
en la ciudad laberinto
busca sin fin un lugarcito
humildemente cómodo
para morir.
Una bocanada de aire absorbe
y vuelve a exhalar su canto.
El impulso de viejos corazones
ahora encarna en su
cuerpo.
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