¡Un
fernandito frío!
pidió
Ese Hombre
despreciado
por los otros
que
se burlan
del
inmoral cuerpo.
¡Un
Fernandito frío,
me
dá! repite,
acercando
sus
billetes rotos,
arrugados,
sin
valor fiduciario
¡Un
Fernandito frío!,
repite,
otra vez
¡sin
bolsa puede ser!
despreocupado
de
la relatividad
neurótica
que
lo amasija,
frente a su muerte.
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